Taxonomía II: Nomenclatura: Los nombres predominantes de los gigantes
por Alfred L. Rosenberger, Ph.D.
Did you know that Tyrannosaurus rex could have been called Manospondylus gigas? The rules of scientific nomenclature usually dictate that when more than one name for a species is discovered has been given, the older one prevails. Luckily, common sense won out in the case ofT. Rex, and this most famous dinosaur was allowed to keep the newer name that both scientists and the general public had become familiar with.
- El sistema de nomenclatura binomial fue la respuesta de Linnaeus a la necesidad de un nombramiento de especies claro y distintivo que pudiera ser reconocido a nivel mundial y reducir la posibilidad de que una especie fuese dada múltiples nombres.
- Nombres científicos siempre están escritos en bastardilla, con el genero capitalizado y la especie en letra minúscula y debe sonar como que si fuese latín.
- generic
- related to a genus nomenclature
Henry Fairfield Osborn fue una de las principales figuras de la historia de la paleontología. Osborn fue el primer curador de la paleontología vertebrada del Museo Americano de Historia Natural, en Nueva York, y su primer presidente científico. Fue contratado en 1891, apenas quince años después de la inauguración del museo. Uno de los proyectos más famosos de Osborn consistió en la denominación y la descripción de lo que fue un modesto, pero importante dinosaurio descubierto en Montana, el Tyrannosaurus rex. Gigante, de aspecto fiero, esta bestia estaba expuesta como esqueleto en los salones del museo y era extraordinariamente popular. Osborn ayudó a crear un diminutivo para esta bestia fascinante: T. rex. Este diminutivo se convirtió en una expresión tan común que se convirtió en el nombre de un famoso grupo de rock and roll británico de los años 1970.
Sin embargo, ahora, después de formar parte de nuestro vocabulario por un siglo, el nombre está siendo cuestionado. Los paleontólogos han descubierto recientemente que la especie que conocemos como el T. rex había sido bautizada con anterioridad con otro nombre. Manospondylus gigas, que es su nombre "real". ¿La razón de esto? Otro gigante de la paleontología temprana, el brillante y autodidacta, Edward Drinker Cope, nativo de Pennsylvania, propuso y publicó ese nombre en 1892, unos doce años antes que Osborn anunciara el de T. rex. Puesto que la denominación se hizo sobre la base de un solo hueso, Osborn no podía saber que el M. gigas de Cope era la misma especie que la suya. Pero ahora que tenemos muchos más fósiles y que todas las indicaciones apuntan a que ambos tratan del mismo "lagarto tirano", ¿qué hacer?
Problemas como este, el duplicado accidental de nombres, eran obvios para el Padre de la Taxonomía, Carlos Lineo. Su respuesta consistió en establecer una aproximación uniforme y segura para el proceso de nomenclatura. Lineo esperaba que éste sería reconocido y aceptado en todo el mundo (ver Taxonomía: ¿Qué hay en un nombre?). Lineo sabía que la creación de nombres duplicados de diferente sonido para las mismas especies, es decir sinónimos taxonómicos, era una de las muchas barreras relacionadas a la nomenclatura que podía impedir el intercambio científico apropiado. Las diferencias en lenguaje y cultura, las idiosincracias de los científicos individuales, la dificultad para obtener las investigaciones de otros científicos, los errores inevitables como los tipográficos - todo esto puede contribuir a la confusión y a otros problemas al identificar y catalogar la biodiversidad. Por consiguiente, la idea central detrás del sistema de Taxonomía de Lineo consistía en ofrecer una lista de nombres establecida y duradera para poder comunicarnos efectivamente en todos los campos de las ciencias naturales, para extraer información eficientemente, y para tener la seguridad que cada nombre de una especie es único.
La solución que Lineo adoptó, consistió en el uso de un sistema de dos nombres, denomidado nomencatura binominal. Lineo reconoció que al dar a cada especie un par fijo de nombres (similar a nuestro 'nombre' y 'apellido'), cada una de las especies podía ser designada de manera única. Los títulos de los dos nombres oficiales eran los que John Ray, un naturalista británico, había propuesto un siglo antes, el género y la especie. En la práctica, estos términos van siempre juntos y se usan en combinación. La combinación se presenta en una secuencia, primero el nombre génerico (plural, género; de la palabra genérico) y después el nombre de la especie (plural, especie; de la palabra específica), como en el binomio Homo sapiens.
Los taxonomistas también han extendido este razonamiento y lo usan en una combinación de tres nombres, un trinomio, que se aplica a las sub-especies de las especies. Por ejemplo, Gorila gorila gorila (Gorila Occidental) y Gorila gorila beringei (Gorila Oriental). El hecho que los científicos todavía discutan si las poblaciones Occidentales y Orientales de los gorilas deberían ser consideradas como diferentes especies o simplemente diferentes sub-especies no tiene mayor importancia. Como especies, serían conocidas como G. gorila y G. beringei; como sub-especies, las llamamos G. gorila gorila y G. gorila beringei. Los trinomios se aplican también a nuestra propia especie, tal como demostró la reciente denominación, basada en fosiles de más o menos 160.000 años de antiguedad, de la extinguida sub-especie de Etiopía. Esta especie se llama Homo sapiens idaltu para diferenciarla de nosotros, los Homo sapiens sapiens.
Punto de Comprensión
Por claridad y consistencia, hay otras reglas que gobiernan la denominación de las especies, entre ellas:
- Los nombres genéricos y específicos se ponen en cursiva o itálicas cuando se escriben a máquina.
- La primera letra del nombre del género siempre se escribe con mayúscula, mientras que el resto del nombre se escribe en minúscula.
- De preferencia, los nombres de las especies se constituyen para que suenen como el Latín, siguiendo la tradición de los taxonomistas Europeos antiguos.
- Cuando se atribuye más de un nombre a una especie, el sinónimo publicado con más antiguedad predomina sobre los otros.
Por supuesto, las reglas de la nomenclatura de Lineo se aplican solamente a los nombres oficiales, no al lenguaje informal de la vida cotidiana, que es virtualmente imposible de controlar e imponer. Por consiguiente, una referencia informal a una especie se escribe simplemente en minúscula (por ejemplo, gorila), mientras que una referencia formal, por ejemplo al género, se escibe en bastardillas o en itálicas (por ejemplo, Gorila). Tal como se ha podido notar, el ejemplo del gorila es también un caso inusual de la nomenclatura taxonómica, ya que el nombre común y el nombre científico son el mismo. También es inusual por su simplicidad histórica. El nombre genérico formal, Gorila, tiene una historia bastante sencilla, mucho menos complicada que la historia del nombre para los chimpancés, Pan, como se puede ver en la siguiente tabla. A los gorilas sólo se le han dado dos nombres génericos, y el más antiguo es el que fácilmente se decide como de uso más apropiado. Por otro lado, a los chimpancés se les ha dado por lo menos 11 diferentes nombres genéricos. Su primer nombre, Troglodytes (usado también para los gorilas en el pasado), no es el que usamos hoy en día, porque antes de ser usado para los chimpancés, había sido usado para un exitoso pájaro, el Reyezuelo, Troglodytes troglodytes. El pequeño reyezuelo desbanca al chimpancé, ya que las reglas de la nomenclatura zoológica se aplican por igual a todos los animales.
Punto de Comprensión
Ejempos de Conflictos entre Nombres Científicos
El último concepto en la lista anterior de las reglas de nomenclatura, sugiere la razón por la cual, cuando usamos nombres formales taxonómicos en la literatura, los nombres van usualmente acompañados por una corta cita que identifica a su autor y su fecha de publicación. Por ejemplo, Gorila gorila gorila (Savage, 1847). Esto nos devuelve a Henry Fairfield Osborn y a su inevitable nomenclatura faux pas. Tyrannosaurus rex (Osborn, 1905), es un nombre que elude una de las reglas cardinales de la taxonomía, el principio de prioridad, que requiere que en casos donde haya sinónimos, el primer nombre dado a una especie es el reconocido como auténtico. En el caso de T. rex, no ha sido reemplazado por su sinónimo más antiguo Manospondylus gigas (Cope, 1892), por una razón más práctica: es tan familiar para todos nosotros! Considere cuánta confusión provocaría un cambio taxonómico en el mundo de la ciencias, donde T. rex es un nombre aceptado, y en la cultura en general, donde T. rex es, de lejos, el dinosaurio más famoso y admirado.
Una de las lecciones interesantes de esta situación, es la manera en la que los científicos voluntariamente siguen las prácticas de Lineo: por la sencilla razón de que quieren evitar el caos que ocurriría si no lo hiciesen. A pesar de esto,hay disputas e interrogantes. La mayoría se resuelve en la literatura, donde los científicos presentan no sólo sus investigaciones sobre la biología y evolución de las especies, sino también la información histórica sobre los nombres taxonómicos - todo esto con el fin de mantener los nombres en orden. En casos donde persiste la confusión, o cuando la adhesión a las reglas puede desordenar la estabilidad de los nombres, los científicos pueden pedir a uno de los organismos con poder de decisión, reconocido por científicos alrededor del mundo, una excepción a las reglas. Estas comisiones también introducen cambios a los códigos taxonómicos de vez en cuando.
El 1 de Enero del 2000, se aprobó una de estas enmiendas escritas por la Comisión Internacional de la Nomenclatura Zoológica. Siguiendo el espíritu de Lineo y siempre esperando mantener la estabilidad de la nomenclatura taxonómica, una nueva regla mantuvo la solución de sentido común al dilema de Tyrannosaurus vs. Manospondylus. La Comisión ofreció una definición clara y legal de lo que quiere decir aceptación general de un nombre taxonómico, opuesto al uso raro de un nombre taxonómico. Si un nombre ha sido usado durante 50 años, no tiene que ser revertido a un nombre anterior, y en la sombra, de un uso raro. El T. rex de Osborn, llamado de esta manera, ha estado entre nosotros durante cien años, casi tanto como el Manospondylus gigas ha estado silenciosamente enterrado en la literatura. Así, sabiamente - ¿o sería de esperar?- el desafío al reino del Tyrannosaurus rex ha desaparecido.
Punto de Comprensión
Al contrario, el nombre de un gigante menos carismático, el Brontosaurus (Marsh, 1879), se ha hundido, ya que los taxonomistas tienen el poder de decir cuando un reemplazo prevalece. Éste ha sido cambiado por Apatosaurus (Marsh, 1877). Ambos términos han sido ampliamente usados durante un largo tiempo, pero aquí también, los paleontólogos descubrieron recientemente que los huesos que llevaban esos nombres en realidad provenían de otra especie. El nombre más antiguo de esta especie es Apatosaurus ajax.
El consenso entre los paleontólogos fue que el cambio de un nombre en este caso no sería muy perturbador. Así, el nombre más familiar del gigante herbívoro, "Brontosaurus", ha sido eiminado. Como un insulto más a este caso de identidad erronéa, el Apatosaurus, también está sufriendo una transformación cosmética obligatoria. Durante décadas, en el Museo de Historia Natural Americano y en otros lugares, este gigante animal, encontrado originalmente sin cabeza, era expuesto entero y en su grandeza, pero con una cara equivocada. Durante los años 1970, los paleontólogos finalmente pudieron aparear craneos y esqueletos con certeza y probaron lo que hacía tiempo se sospechaba. Las pequeñas cabezas escogidas mucho tiempo atrás como las mejores para coronar esos cuerpos gigantes, eran impostores accidentales: pertenecían a otro dinosaurio llamado Camarasaurus. Asi, el "Brontosaurus", que es hoy en día el Apatosaurus, consiguió la cabeza de la talla apropiada y, a la vez, un nuevo nombre, ya que hasta los gigantes tienen que seguir las reglas.
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